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Mostrando entradas de junio, 2015

EL LADO OSCURO DE REPRESENTAR A UN DEPORTISTA

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Luego de una investigación honda e infructuosa, los reporteros de Echemos Vaina echaron mano (y vaina) de los recortes de periódico que encontraron en una cama de agua de un motel, que salpicaron la reputación de Matute Orín Hasstes, manager de futbolistas, cantantes de reggaeton cristiano y de amas de casa. Aquí, su historia: Sus biógrafos concuerdan en que su nacimiento se dio por todo lo alto. Nacido en la azotea de un hospital con problemas de hacinamiento, Matute Orín Hasstes fue el quinto y último intento de su madre por dar a luz a una criatura que se pareciera a su esposo. Matute fue criado en una feria itinerante de atracciones que recorrió todos los continentes. Por poseer todo lo que un hombre desea, su madre, Matea Clara Hasstes, hacía el papel de la mujer barbuda y de la mujer capaz de levantar con sus bíceps a dos damiselas recién comidas, aunque en pleno ayuno. Su padre, el checheno Michik Orín, dueño de la feria, le inculcó el deseo de gloria, victoria, fortuna y

LA ESPELUZNANTE PENETRACIÓN AL MÁS ALLÁ

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Advertencia: El siguiente contenido puede ser perturbador y no es apto para cardíacos. Mis padres eran psicoanalistas y tenían una hermosa granja en las montañas. De modo que nací en el campo silvestre de mariposas azules, electroshocks y regresiones con LSD. Quizás esto me llevó a padecer alucinaciones y trastornos durante mis primeros 40 años. Durante este último año me pensé curada de todos mis males, pero poco después de la muerte de mi tercer marido, el neuropsicólogo Omar Motta, por causas naturales (le cayó encima una lámpara de cristal de dos toneladas), empecé a advertir que aún escuchaba su voz. En principio pensé que era la esquizofrenia que me detectaron a los tres años. O la epilepsia que me dio al ser bautizada. O la neurosis que me dio cuando di mi primer beso. Pero lo extraño fue que seguí escuchando su voz, incluso en mis momentos de mayor lucidez, es decir, cuando estaba ebria como una cuba. Escuchaba su voz a diario: “Mira, Sucia, tengo algo que confesarte

APOLOGÉTICO ACTO PARA UN MAESTRO

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Correspondiendo a los múltiples homenajes que nos ha realizado el filósofo de las antinomias maestro, hermano y ejemplo a seguir Doctor Lucio Lappa Radoja, los editores de Echemos Vaina decidimos retribuirle tan amable gesto con un merecido panegírico que resalta sus virtudes, valores y cualidades humanas, tal y como él lo ha hecho con nosotros. Las palabras de admiración que él ha profesado por el equipo de Echemos Vaina, son exactamente las mismas que utilizaríamos en este momento para él, por tal razón y para ser pragmáticos (como lo es nuestro entrañabale hermano Lucio) las dejaremos para el evento encomiástico que la sociedad filosófica que él precide, le realizará después de que regrese de su viaje por su tierra natal donde fue elogiado por su más cercano círculo de amigos a quienes un par de meses atrás el maestro les rindió un justo acto de honor. Cabe destacar en éstas últimas líneas y parafraseando al propio maestro en su discurso de exaltación para nuestro común amigo maest