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Mostrando entradas de agosto, 2020

MI ÚNICO SUEÑO ES SER POBRE

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Siguiendo con la línea de visibilizar la tragedia de los seres humanos, en Echemos Vaina traemos la triste historia del banquero multimillonario Fortunato Próspero Rico, quien ha sido señalado por el diario de economía The Pailas como uno de los más desgraciados del mundo, no por ser banquero (lo cual es una obviedad) sino por el drama que lo persigue: querer ser pobre y no alcanzarlo. Si bien filósofos, antropólogos y asalariados han coincidido en que para alcanzar la miseria no se necesita de un talento especial, el caso de Fortunato es excepcional, pues ha puesto todo su empeño para lograrlo con escasos resultados. “Mi vida es miserable, siempre he querido que me tratasen como cualquier hijo de nadie, pero no he podido. Desde niño siempre deseé que los reyes magos no vinieran y en el caso de que lo hicieran me trajeran recibos y cuentas por pagar. Pero resultaba todo lo contrario, me regalaban autos con todo y chofer, bancos, periodistas y curules del congreso”, recuerda Rico. En c

LAS MENTIRAS DEL CINE PARA ADULTOS

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Parejas que van al grano, dimensiones corporales llamativas, escenas que enrojecen a quienes padecen vitiligo, finales predecibles y abundancia de onomatopeyas, constituyen los elementos primarios encontrados por la sexóloga Mireya Recha sobre el cine para adultos. A continuación los hallazgos encontrados por la experta después de presenciar cerca de setenta películas y ser hospitalizada otras tantas por arritmias. Mentira 1: en el cine para adultos solemos ver actores que tienen herramientas de gran tamaño y nos hacen creer a las mujeres que esto es lo normal. Después de una cruda y profunda investigación en libros de anatomía y en biología de marinos, logro concluir que esas proporciones no son la medida del hombre común y que su única finalidad es lograr odiosas comparaciones con el tamaño estándar de los hombres blancos: 12 cm. Mentira 2: en este cine solemos ver cómo la relación empieza con un juego previo y rápidamente termina en la corporeidad, sin accidente alguno. Ning