Hieronymus Brocha, el Tosco, fue a Cómbita lo que Leonardo Da Vinci fue para Italia. Un degenerado, diría el párroco del pueblo, así como pudo haber dicho el Papa Leo X sobre el genio florentino. El Tosco fue engendrado en una galería de arte, cuando su madre, una curadora de arte priapismático y de cuadros clínicos crónicos, posaba de cuerpo entero para un grupo de pintores amateur de la Academia de Bellas Artes Venus. Dentro del selecto grupo había seis Hieronymus, o siete, de manera que ella decidió nombrar a su heredero de esta manera. De muy niño, al Tosco le brotó la vena artística, pero sobre todo la carótida, por ello que pasara buena parte de su niñez en hospitales. Durante ese periodo pintaría su primera obra maestra, con la técnica de la crayola, a la que tituló Mamá me lo dijo. La pintura desencadenó, en el mundillo artístico, un sinfín de polémicas y discusiones. Las autoridades del hospital no tardaron en tildarlo como “depravado y más turbado que un neurasténico
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