Si te vi ni te conocí, Rata de Dos Patas

Desde teloneros de los Rolling Spoons (una banda de metal que hace cóvers de los Rolling Stones, con cucharas, porque es una verdadera banda de metal), hasta teloneros de Punk Floyd (banda de punk del boxeador, cantante y cazador de colibrís Floyd Mayweather, Jr.), y siempre teloneros, e incluso teloneros de otros teloneros, la banda de metal colombiano Rata de Dos Patas lanza su disco de grandes éxitos, Si te vi ni te conocí, tras más de treinta años ofreciendo memorables canciones que el público (que siempre los vio con ansias de ver a la banda que venía después) cantó o tarareó o tosió.
Édgar Gajo, líder y fundador de la agrupación, es el único sobreviviente de Rata de Dos Patas, después del terrible hundimiento del Crucero de Honda, que naufragó en las turbulentas y oscuras aguas del Magdalena, en el que el grupo se preparaba para su único recital como espectáculo principal. Del siniestro sólo se salvaron las copias en vinilo del disco que acaban de lanzar y material de mercadotecnia con fotografías de la banda como chancletas, coge-ollas, palustres y revólveres de fulminantes, batas de baño de terciopelo y patos para tina. Dicen las malas lenguas que Édgar Gajo tuvo la oportunidad de salvar al teclista y manicurista del grupo, pero al parecer prefirió recoger el “merchandising” y los discos, y saltar por la borda. El lanzamiento del álbum se llevará a cabo en el estadio El Campín. Más precisamente, en el camerino de porristas del estadio El Campín, y contará con la presencia de eminencias del metal nacional, entre ellos delegados de Acerías Paz del Río y Boy-Aceros Hombre (siderúrgicas boyacenses). El disco estará disponible en bares de mala muerte del país, iglesias demoníacas y maradonianas, la Casa de Poesía Silva y el salón de la fama del rock del Palacio del Colesterol.
Desde muy pequeño, Édgar Gajo estuvo marcado por el metal. Las cicatrices que adornan su piel muestran los varillazos que su padre le propinaba por ser un mal estudiante y pésimo cocinero. Siempre encontró melodiosos los chillidos de sus trece hambrientos hermanos menores, a quienes les debía cocinar, acompañados bellamente por el pitar de la olla a presión. De ahí se puede entender su inclinación filarmónica. No obstante, no fue hasta que estuvo en un concierto de la banda de metal del barrio “Me Mataste, Piltrafia”, en que decidió armar su propio grupo. De este trío metalero local, conocido como el más metálico después del Francio, Édgar Gajo tomó el título de una de sus canciones para su banda, que no era más que un homenaje enérgico al éxito rocanrolero de Paquita La del Barrio.
Los primeros integrantes de la banda fueron el Mocho Jiménez en la batería, el Artrítico González en los teclados y el Sordo Peláez en la guitarra. A falta de un bajo, Édgar Gajo decidió ocupar aquel lugar (así como la voz cantante) por sus 1,45 m de estatura. Su estilo de canto es violento, audaz y agudo como el pinchazo de una avispa. En palabras de la revista Rolling Stone, “de escupir a cantar hay un trecho. Pero Édgar Gajo sabe como hacer arte con su verborrea, a tal punto que el espectador puede sentirse en medio de un tiroteo”.
Su primer éxito fue el tema Oda a las odas, en el que las 523 veces que Édgar repite la palabra “oda” no la hace repetitiva. La canción dura 30 segundos. Fue usada por la National Geographic para doblar la cópula entre dos monstruos de Tasmania. Su siguiente éxito fue la autobiográfica Cascada en el manantial, en cuyo acelerado ritmo se narran las palizas que Édgar y sus amigos recibían y siguieron recibiendo en su barrio llamado El Manantial. La voz gutural de Gajo recrea onomatopéyicamente una trifulca con chuzo, pico de botella y chapa. La canción fue adquirida por la iglesia multinacional La Casa Donde se Ronca para mostrar a sus fieles lo que es un picnic en el infierno. Su hit más distribuido, que sonó en todas las estaciones radiales de las penitenciarías del país, fue el libertario tema Nunca vencidos, que cuenta la triste historia de un hambriento que se encuentra un cargamento de enlatados ya expirados. La canción es un salto moderno en la discografía de Rata de Dos Patas, en que prescinden de la percusión (el Mocho Jiménez había perdido su segunda mano por viajar en modo autostop), los teclados y la guitarra. La rica voz de Édgar Gajo interpreta la melodía sinfónica, muy similar a las obras de concertistas de talleres de metalistería o fundición. El tema fue adquirido por el Centro de Ciencias Cardiovasculares para infligir taquicardias fulminantes a conejillos de indias o estudiantes de bajas calificaciones.
El dinero que se obtenga de su disco de grandes éxitos, Si te vi ni te conocí, será donado a una institución caritativa, fundada por el mismo Édgar Gajo. La banda ofrecerá una gira “mundial” por Egipto, Bolivia, Japón y otros barrios de la capital colombiana.

En uno de sus últimos conciertos, se ve a Édgar Gajo lidiando con un público difícil.


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