SOÑAR ME HA SALIDO CARO
Antiguo derrochador de la costosa champaña Pernod-Ricard y de
la impagable longaniza sutatenzana La tubería, Lee Dan
Delolindo pasó de ser un hijo de multimillonarios a un hijo
indigente de multimillonarios. Recientemente ha publicado su
biografía, Soñar me ha salido caro, escrita a una mano (dado
que perdió su mano hábil por razones de filo que explicaremos más
adelante), en la que narra su vida, marcada, en principio, por los
exuberantes lujos de su familia y cómo, en un abrir y cerrar de
ojos, se convirtió en un mendigo por convicción y también por
correspondencia.
Dan Delolindo nació en un rico pueblo de Bohemia llamado Truckov,
que significa en checo “Sabrosura”. Sus padres, duques y dueños
del imperio comercial “Embutidos El Chanchito”, lo colmaron de
todos los lujos inimaginables de la época. Su cuna contaba con
cambia pañales automático, que por error, a veces, confundía los
pañales usados con los baberos de seda confeccionados por los
artesanos del pueblo. De ahí, quizás, desarrollaría su estoicismo
al comer m... su estoicismo ante las situaciones difíciles.
A los 12 años le regalaron el piano más costoso de la época, y ni
siquiera tuvo que aprender a tocarlo, dado que venía incluido con
dos compositores austriacos. Lo bañaron más de seiscientas criadas
desde que nació hasta que alcanzó la adultez, y algunas de ellas lo
amamantaron también desde que nació hasta que alcanzó la adultez.
Fue así que conoció el amor, la nobleza de las sirvientas y la
pastilla del día después.
Su vida cambió para siempre cuando conoció a Buclativa (La gordita,
en checo), de quien se enamoró enfermizamente. Era tanto el amor que
sentía, que al besarla pequeñas llagas se alojaban en las comisuras
de sus labios. Para su desgracia, Buclativa, de gran desperpento y
papada, no quiso casarse con él. “Eres un bueno para nada. Un
inútil. No podrías ganarte un céntimo por ti mismo”, le dijo.
Esas palabras calaron tanto en el joven Dan (que ya contaba con 40
años, y al que el director de la Biblioteca Nacional, contratado por
sus padres, le leía cuentos para dormir), que lloró durante meses.
Tras la depresión, decidió abandonar a sus padres y convertirse en
un hombre de verdad, fuera eso lo que significara. Para escapar
empleó un caballo que no le hizo caso, y pensó en pagar a un
jinete, pero recordó entre punzadas las palabras de su gordita.
Caminó, entonces, largas distancias y en pocos días agotó el
fiambre. De manera que, hambriento, deambuló por el primer centro
urbano que encontró. Fue contratado en varios establecimientos, pero
despedido casi de inmediato, dado que demostró total ineptitud en
todos los oficios, desde narrador de peleas de gallos, vendedor de
paletas, asistente de mago y conejillo de indias en laboratorios
prostáticos. En pocas semanas, el pobre Lee Dan Delolindo se
convirtió en un espectro hecho jirones que recorría la ciudad, boca
abierta, dientes podridos y mirada perdida. A punto de claudicar, le
dio una mano a una manca que conoció, pero el dinero recibido apenas
alcanzó para una ración de frituras. Y fue allí, entre el llanto y
el chuparse los dedos de la mano que le quedaba, que Dan Delolindo
vio, en el papel periódico donde estaba su comida, el anuncio que
cambiaría su vida para siempre. “¿Te sientes un fracasado? ¿Un
poca lucha? ¿Un inútil? Si sientes que una puerta se ha cerrado, o
que quizás todas se te han cerrado, te tengo la llave que las abre.
Cursos gratuitos de superación personal con el maestro Pablo
Cuello”.
Dan Delolindo halló en los cursos del maestro Cuello todas las
formas de ganarse la vida, que ahora él, en su libro de memorias,
comparte con nosotros. Y en efecto, Dan se sumó a la legión de
entusiastas que se apostaban en las esquinas de la ciudad y pedían
dinero por
amor al prójimo y que al final de la jornada entregaban como una
suerte de pequeño tributo del 90% al maestro Cuello. “Fueron
enseñanzas invaluables”, diría Dan Delolindo, “porque eran
carísimas las desgraciadas”.
Entre las mejores técnicas del maestro, Delolindo destaca las siguientes:
* Estira la mano que ellos no muerden.
Entre las mejores técnicas del maestro, Delolindo destaca las siguientes:
* Estira la mano que ellos no muerden.
* Si ves que el tarro está vacío, es porque quizás estás
mostrando mucho respeto por ti mismo.
* Sé ambicioso. Pide billetes en lugar de monedas. Y ofrécete a dar
vueltas.
* Entre menos dientes, más monedas.
* Si sientes que estás fracasando, levántate, hermano, y cambia de
esquina.
* Si crees que tu vida se ha estancado, recuerda que a las pilas de
agua estancada les arrojan monedas.
* Si tuviste un mal día, mañana puede ser peor.
Lee Dan Delolindo estuvo en una esquina, feliz, por más de doce
años. Sus padres lo encontraron en la calle y con mucho trabajo lo
reconocieron. Su padre le estiró una mano y le dolió darse cuenta
que la primera moneda que había sacado de su pantalón era de las
valiosas. Lee Dan Delolindo ha pensado recientemente en cambiar de
profesión. Sueña con ser técnico de fútbol.
Lee Dan Delolindo, antiguamente millonario y sin fe.
No es lo mismo un gato montes, que te montes un gato.
ResponderEliminarExcelente aclaración..pertinente y genial!
ResponderEliminar