¿POR QUÉ EPIMENIO PAGA POR SEXO?

Hoy todos especulan del posible responsable del embarazo de una cantante de pop, del cambio de sexo de una presentadora de un canal religioso o de la demanda de un famoso abogado que se sintió estafado en un intercambio swinger, pero rara vez se ha discutido sobre un tema que ha generado infinitas polémicas y múltiples agresiones:  ¿qué motiva a los hombres a pagarle a una mujer para tener sexo?

Epimenio y Delfina se conocieron en una plaza. Lo que más le llamó la atención a Delfina fue el buen corazón que tenía Epimenio y su fama, mientras que para Epimenio fue clave la calidad de las pechugas de Delfina. Ambos como carniceros, tendrían más aspectos en común que diferencias. Como cualquier pareja, Epimenio y Delfina hacen sus sacrificios y se ven envueltos en chicharrones. Pero no son como cualquier pareja. Epimenio le paga a Delfina para que pase unos ratos con él, lo que incluye poner la “carne en el asador”, después de “arrastrarle el ala”. Se conocen desde hace seis años. "Nos conocimos online en una sala de chatas. Yo las cortaba", cuenta Epimenio, un hombre  visceral para algunos, pero para ella un muchacho relleno de afecto. "Le pregunté a Delfina si quería que le diera candela y ella que no fuma, aceptó". Dice que su primera cita privada fue como el inventario cuando abrió el negocio, "empecé a ver carne por todos lados, luego la examiné, se me puso la carne de gallina y después de una hora terminamos molidos". "Ahora nos conocemos tan bien que Epimenio sencillamente transfiere el dinero a mi tienda cuando quiere un sudao o toda la sobrebarriga", añade Delfina.

Epimenio durante muchos años tuvo que dedicar todos sus días al cuidado de sus criadillas, entre otras partes. Por eso, no tenía la oportunidad de conocer mujeres, pues a menudo lo consideraban bofe en el trato, un hueso en las conversaciones y de pocos sesos, por lo tanto decidió pagar por sexo.

"Realmente no era tanto el sexo sino el deseo de contar con la compañía de una sardina que al igual que yo, tuviera garra, sangre en las venas y que quisiera de vez en cuando pasar unas “vacas” conmigo. Estaba hasta el cogote de mujeres frívolas, jamonas y bagres".

En la fotografía Epimenio demostrando que es un "hacha" para la conquista.


















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