Memorias de un ex Stripper

Después de padecer durante cerca de cinco años mordiscos, rasguños y de exponer cada semana su pellejo en su oficio como domador de fieras del circo municipal, Severo Cuero decidió emprender nuevos rumbos como stripper, lamentablemente con idénticos resultados. Compartimos su historia.
Severo Cuero Lucumí fue descubierto por el payaso Ramplón cuando tenía 21 años. Su corpulencia y especialmente su relación con la suegra, fueron los elementos claves para que en el circo no dudaran en proponerle el oficio de domador. “Cualquier jaula le servía para demostrar sus dotes. Ahí estaba el morocho, gritando y escapando de los leones mientras el flash de las luces blancas rebotaban acá y allá en el escenario”, recuerda Ramplón.
Así fue su vida durante cinco años, hasta que un día se cansó, colgó el látigo y guardó el mertiolate. A pesar del pedido de su novia Indira —la traga sables— para que no dejara el circo, Severo decidió cambiar su destino viajando al pueblo vecino. En muy poco tiempo y gracias a su templanza logró emplearse como stripper. “Pasé de los rugidos a los aullidos cada fin de semana”, recuerda Severo. “No sé de dónde me salieron esas ganas de bailar con todo eso colgando —me refiero a la cabellera y mi indumentaria—. Yo bailaba de todo, me subía a una mesa y me movía lo justo, para no caerme. En ese tiempo supe que las manos atrás de la nuca y un vaivén de pelvis poco sutil eran suficiente, aunque lo mío era la fuerza de la sonrisa y el misterio. Tenía todo lo que quería al alcance de la mano —me refiero al aceite—. Entrenaba todos los días durante diez minutos, me alimentaba bien, me cuidaba la piel e iba a misa”, dice Severo. Hasta que a los 40 se dio cuenta de que, como los futbolistas del ascenso, su vida de stripper tenía un final. Lo explica así: “Me sentía usado, me acostumbré al manoseo, jalones y al frío de las monedas. Todo se había vuelto una rutina. No ganaba una fortuna como stripper y era un trabajo como cualquiera, pero sin overol”. Y fue así que un día se cansó, colgó la tanga y nuevamente guardó el mertiolate.
De las pocos fotos de Severo Cuero Lucumí con vestimenta.


Comentarios

Entradas populares de este blog

LA HISTORIA OCULTA DE ABBA

LA MALINTERPRETADA (O PARIDA) VIDA DE HIERONYMUS BROCHA, EL TOSCO