AMOR DE HIPOCONDRIACO
Desesperado por manifestarle el amor que siente entre su maltrecho
ventrículo izquierdo y la válvula tricúspide a su amada Remedios Parkinson,
el enfermo e hipocondriaco de profesión Sr. Eladio Lapálida, comparte
tal vez una de sus últimas manifestaciones de afecto por escrito con los editores
de Echemos Vaina, para que le demos una mano y prescribamos unos consejos
con su ya desesperada prometida antes de que sea demasiado tarde:
Hola, Remedios de mi corazón:
A pesar de esta disfunción del nervio mediano
distal te escribo en esta carta lo que quiero decirte desde hace tiempo.
Quiero expresarlo pero no puedo hacerlo frente a frente (y no se trata
de mi problema de eczema) porque me enredo en tu mirada, me distraigo
con tus labios y me envuelvo en tu sonrisa. Y entonces se me olvida
decírtelo por aquello de la paramnesia. Pero quiero hacerlo porque debes
saberlo. Suelo ser tan feliz contigo porque me haces
reír, así muchas veces la distracción osteogénica, en la cual la forma
del hueso entre dos segmentos se van separando de forma gradual por la
tracción, lo impida, porque me haces temblar (y no es la hipoglicemia) y porque me haces soñar. Soy tan feliz contigo porque cada día noto tu
respeto, tu aceptación de mis manías (esa ablutomanía: interés excesivo
en el baño que te avergüenza; la cacodemonomanía: mi interés obsesivo
por la posesión demoníaca que tanto te asusta; la coprolalomanía: ese
extraño impulso incontrolable por decir obscenidades que tanto te
altera, y esa mastolagnia: obsesión por los senos femeninos que tanto te
enfurece) y de mis pasiones y porque no intentas cambiarme (y no lo
digo por mi incontinencia). Soy tan feliz contigo porque a tu lado
siento que no soy un enfermo más. Por fin siento que
formo parte del mundo, por tu forma de minimizar los problemas y los
post operatorios, por la complicidad que hemos creado con médicos,
boticarios y enfermeros y porque contigo ha empezado a cobrar sentido la
liturgia del matrimonio “en la salud y la enfermedad”. Pero sobre todo
soy tan feliz con tu abrazo cuando me dan esos vahídos. Y sabes que no
soy el mejor expresando mis sentimientos, así que voy a intentar
decírtelo de la única forma que sé. Sin licencias poéticas, sin
metáforas y sin versos con rima, es decir sin fórmulas, así, sin
anestesia, crudo y brutalmente: TE AMO Y SIN TI MI SALUD NO TIENE
SENTIDO. Y así es como tengo que decírtelo. Eres la mujer de mi
convalecencia. Y podría escribirlo en mayúsculas de no ser por
el fenómeno de Raynaud, esa enfermedad que afecta los vasos sanguíneos,
sobre todo los de los dedos de las manos y los pies, porque tengo la
certeza de que es así. Por tu forma de colorear mi vida, por la energía y el suero
que me das, por las risas compartidas y por los secretos desvelados por
culpa de mi insomnio, por todo eso eres especial. Y por todo eso y por
más te admiro, porque eres grande como mis várices y generosa como mi
salivación por ese bruxismo y porque me has enseñado a amar hasta mis dolorosas entrañas. Por siempre, te adoro y me duele que no estés conmigo. Siento un vacío en mi ser (y no es la colitís) que me afecta.
Desde el sanatorio, siempre tuyo,
Eladio Lapálida Con la carta se adjunta una foto del enamorado y su familia.
majestuoso corazon.....
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