EL LADO OSCURO DE REPRESENTAR A UN DEPORTISTA

Luego de una investigación honda e infructuosa, los reporteros de Echemos Vaina echaron mano (y vaina) de los recortes de periódico que encontraron en una cama de agua de un motel, que salpicaron la reputación de Matute Orín Hasstes, manager de futbolistas, cantantes de reggaeton cristiano y de amas de casa. Aquí, su historia:

Sus biógrafos concuerdan en que su nacimiento se dio por todo lo alto. Nacido en la azotea de un hospital con problemas de hacinamiento, Matute Orín Hasstes fue el quinto y último intento de su madre por dar a luz a una criatura que se pareciera a su esposo. Matute fue criado en una feria itinerante de atracciones que recorrió todos los continentes. Por poseer todo lo que un hombre desea, su madre, Matea Clara Hasstes, hacía el papel de la mujer barbuda y de la mujer capaz de levantar con sus bíceps a dos damiselas recién comidas, aunque en pleno ayuno. Su padre, el checheno Michik Orín, dueño de la feria, le inculcó el deseo de gloria, victoria, fortuna y las demás trapecistas letonas. Pero lo que más aprendió de su padre (el que le dio el apellido), dueño y administrador de la feria de atracciones “El Imán de Palo”, fue a conocer el verdadero valor de cada persona. En su biografía apunta: “Las palabras de mi padre me marcaron para siempre: «Cada individuo es único, Matute, que esconde a un trabajador ideal, que si le pagas a tiempo y de manera justa se te mal acostumbra y te da por la cabeza tarde o temprano»”. 

Estas aleccionadoras palabras y una cirugía de las cataratas ayudaron a que Matute viera a la gente con nuevos ojos. Encontró a su primer cliente en una de las trapecistas que era aficionada a resbalarse desde los 30 metros de altura. Le pudo conseguir un empleo en el circo del condado vecino. Su poder de convencimiento permitió que los dueños de aquel circo consideraran un plus que la trapecista empleara a diario una silla de ruedas y una computadora que hablaba por ella.

Su segundo cliente fue el famoso Tigre Sin Rayas, la promesa del fútbol del pueblo. Alérgico al césped y al sonido de un pito, el Tigre había tenido dificultad para enrolarse en un equipo del torneo local. Matute vio en su 1.47 de estatura, en su pie de atleta y en su seseo al hablar, un potencial enorme que cualquier escuadra envidiaría. Nadie creía en el Tigre, ni siquiera su familia y mucho menos él. Sin embargo, el empresario Matute Orín Hasstes logró venderlo al Atlético Champiñón de la 1a. División por 10 millones de dólares, más unas entradas para el concierto de J. Balvin y unos DVD de Laura en América. Cuando le preguntaban sobre cómo había logrado esta astronómica operación, Matute solía decir: “No les vendí a un simple jugador de fútbol. Les vendí a un ser humano que puede entregar lo que la hinchada desea por sus jugadores: amor, entrega y abucheos diarios. Es una persona ante todo, un ser que merece respeto. Ya, si no juega al fútbol, eso es algo que la historia seguramente confirmará”.

En seguida, como es natural, llegó la polémica con su siguiente gran venta. Se trataba del Armadillo Pechofrío, el delantero andorrano que había marcado 7 goles en un una sola noche con su play station en modo de piloto automático. Era una celebridad, sobre todo por arrebatar las tarjetas del árbitro y auto expulsarse para ir a ver el partido en el palco, entre rubias, morenas y otras cervezas. Matute lo supo vender al equipo del Vaticano que peleaba el ascenso con el Padua. “Es un jugador que tiene la gracia del señor”, había dicho Orín Hasstes antes los medios, “y de la señora también”, lo que permitió convencer a los capellanes para su compra. La transacción se efectuó por 15 millones de dólares, incluidos el techo de la Capilla Sixtina (que fue a parar al garaje de la casa de Pechofrío) y una dotación de hostias con dulce de leche por un año. Luego de dos temporadas, el Vaticano ya no peleaba el ascenso, sino el descenso con el alegre equipo Trieste.

Hoy día, Matute Orín Hasstes representa a los mejores futbolistas del mundo para bailar chachachá, electricistas sin chispa (tímidos) y es miembro fundador de Asovenerea, Asociación de Futbolistas con Vena Várice y Reumas. 

En la imagen, Matute Orín Hasstes (el que se encuentra parado pero sentado a la izquierda) posando con los miembros de Asovenerea.

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