EL FILÓSOFO DEL ABSURDO

El filósofo de las antinomias Lucio Lappa Radoja ha sido reconocido por la Real Academia de Nihilistas como el mejor filósofo del absurdo de este siglo, después de haber confesado que convivió en casa con cada una de sus cinco suegras. A continuación compartimos a modo de homenaje su truncado y desesperado ensayo ¿Qué hay después de la muerte? 

En el primer período de mi reflexión filosófica que coincidió con mi etapa de bohemio, veo el sentido de la existencia en lo que llamaría “vivir de gorra” que es el goce de vivir sin trabajar, del contacto íntimo con la naturaleza femenina y el no bañarse. La felicidad la encontré en vivir a costa de mis padres, en mi sana inocencia animal y en disfrutar la vida con una sola preocupación: el acné. En esta etapa de mi pensamiento, el sentido de la vida, está en vivir sin afanes, aprovechando las delicias que el mundo a mis pies me presenta. 
En un segundo momento de mi reflexión que coincide con mi graduación de filósofo bueno para nada, me doy cuenta que esa dicha no permanece para siempre, que ese goce del instante y de la vida, choca brutalmente pocos años después contra el muro de mis jefes, el matrimonio, el tener que madrugar y el convertirme en padre de familia prolífico, y es ahí, donde descubro el carácter absurdo de la existencia. Aquí me doy cuenta de que todo es un sinsentido, ya que el hombre constantemente anhela la felicidad y goce de vivir, sin embargo, encuentra el sufrimiento, las deudas, las suegras, los curas, los políticos, los descensos en el fútbol y la muerte, que rompen con su deseo, y eso es absurdo. El mundo como los noticieros, tal como estan hechos, no son soportables. Por eso necesito los codeudores, la infidelidad, el voto en blanco, la lechona, los árbitros amañados y la inmortalidad para adaptarme a esta realidad.

En mi tercer y actual momento de reflexión y después de haber soportado las amargas convivencias con mis suegras, empezó extrañamente en mi cabeza a merodear el tema de la muerte. Mi día a día con ellas fue como estar muerto en vida. Reclamos, intromiciones y exigencias fueron minando mi sentido vital. ¿Ser o no ser? ¿Pienso, luego existo?, ¿Nadie se baña dos veces en el mismo rio?, ¿Es mejor ser rico que pobre? Fueron interrogantes que día a día me asaltaron en medio de esta tragedia existencial sin encontrar respuesta alguna. Lo único que espero es que después de la muerte no haya nada más. Que no haya otra vida. Debemos asumir el sinsentido de la existencia tal y como yo estoy asumiendo las extrañas muertes de mis suegras.
En la imagen el filósofo Lappa Radoja cuando en un momento de su existencia la "estaba viendo peluda".


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