LA MALINTERPRETADA (O PARIDA) VIDA DE HIERONYMUS BROCHA, EL TOSCO

Hieronymus Brocha, el Tosco, fue a Cómbita lo que Leonardo Da Vinci fue para Italia. Un degenerado, diría el párroco del pueblo, así como pudo haber dicho el Papa Leo X sobre el genio florentino.

El Tosco fue engendrado en una galería de arte, cuando su madre, una curadora de arte priapismático y de cuadros clínicos crónicos, posaba de cuerpo entero para un grupo de pintores amateur de la Academia de Bellas Artes Venus. Dentro del selecto grupo había seis Hieronymus, o siete, de manera que ella decidió nombrar a su heredero de esta manera.

De muy niño, al Tosco le brotó la vena artística, pero sobre todo la carótida, por ello que pasara buena parte de su niñez en hospitales. Durante ese periodo pintaría su primera obra maestra, con la técnica de la crayola, a la que tituló Mamá me lo dijo. La pintura desencadenó, en el mundillo artístico, un sinfín de polémicas y discusiones. Las autoridades del hospital no tardaron en tildarlo como “depravado y más turbado que un neurasténico”. La pintura recrea una escena polémica: una joven campesina de cachetes colorados se lleva a la boca un cubio (tubérculo típico de aquella zona rural). Ahí se daría inicio a una relación de odios y amores entre el artista y su tiempo.

Su madre lo dejaría al cuidado de un gran pintor de la época, conocido como el Caravaggio de la latonería, mientras ella era contratada por un famoso museo alemán de desnudos y penetraciones al arte contemporáneo. En el taller “Pelando el Cobre”, Hieronymus Brocha definiría su técnica mixta (aerosol y vinilo sobre bómpers). De aquella época resultaría su famosa (y no menos polémica) obra La mona churca, la cual representa a una rubia nativa con un fino bigotillo que se ríe al salir de una iglesia. Por esta pintura, el Tosco fue excomulgado y su cuadro sería comprado por una prestigiosa marca femenina de cuchillas de afeitar.

Perseguido por las autoridades eclesiásticas y por la Guedeja, Grupo de Mujeres con Exceso de Greña, el Tosco debió huir a la capital del país. Allí entraría en contacto con otros artistas modernos, como los Raponeros de arte Rococó y los deshuesadores de chasises. Durante este periodo, Hieronymus Brocha encuentra un estilo más perturbador, huidizo, liso y rápido de manos, con uso más audaz de la brocha y la navaja. De esta etapa, resaltan cuadros como La joven de la perla (antes de ser atracada), El grito (sueño de una noche de verano entre ladrones) y El Nacimiento de Venus Albeiro (en honor a su hijo y también como homenaje a Botticelli).

Hieronymus Brocha comenzaba por entonces a gozar de buena fama en el mundo artístico de la raponería, pero pronto fue procesado judicialmente por crear una de sus más emblemáticas y mal interpretadas obras: La árbitra, en cuyo lienzo se presenta a una réferi deportiva que sopla un gigantesco pito, cuya forma surreal se asemeja (otra vez) a un cubio. Por su alta sugestión, el Tosco fue llevado a los tribunales, acusado de perturbar las buenas costumbres y de intentar desprestigiar el machismo del castellano (cuando el cuadro debió haber sido titulado La árbitro).

Hoy día, el Tosco reside en la prisión de su tierra natal, Cómbita, y cada día practica la pintura. Por cosas del destino (y de la malversación de fondos) su madre también fue sentenciada a vivir en prisión, en la cárcel femenina de Hannover. En su honor, Hieronymus Brocha lleva a cabo otra controversial obra maestra, a la que ya tituló, Mamá está presa. En los primeros trazos ya se observan figuras femeninas delicadas y sensuales (que pueden ser retratos de su padre) y figuras surreales (que bien pueden ser, una vez más, cubios de gran proporción).

En la imagen, Hieronymus Brocha tratando de retratar a quien fuera La joven de la perla (antes de ser atracada).


Comentarios

Entradas populares de este blog

LA HISTORIA OCULTA DE ABBA