La partida de Guasama

Al igual que nos sucede con el pago de los servicios públicos, estábamos en mora de sumarnos al homenaje del escritor de origen camerunés y de padres adoptivos escandinavos Aquiles Dann Guasama, más conocido por los seudónimos “El Trípode”, “Anaconda” y “Manguera de Bombero”, quien se destacó paradójicamente en los microrelatos, microficción y el microtráfico. Compartimos esta nota sobre su vida al hilo del aniversario de su trágico final.

Guasama sería un nombre anónimo si detrás del mismo no se escondiera uno de los personajes africanos más sólidos y portentosos con su pluma. A pesar de su temprana partida producto de una insuficiencia de sangre en las venas debido a una chumbimba (tradicional ritual que practican en moto los hombres que fueron engañados), Guasama dejó para el mundo de las letras y sus viudas un hueco muy difícil de llenar. Para el maestro Vicente Sabeamier, Guasama fue sin duda alguna uno de los escritores más brillantes de toda el África septentrional, gracias a su esclerodermia y a los ungüentos que habitualmente se aplicaba. Rescata Sabeamier que Guasama logró con su “dialéctica naturaleza de la pulsión humana de la penetración trascendental”, las relaciones interpersonales en las que se desenvuelve un sujeto que como él quiso hacer frente a los imperativos éticos de intentar ir hasta el fondo con las mujeres del prójimo. 

Para sorpresa de su biógrafo, en las pocas cosas que Guasama declinó fue en hacer comentarios sobre sus estrategias en la escritura y la conquista amorosa, al aducir que el éxito de sus maniobras estaba solamente en lo que llevaba por dentro. Para cualquiera que haya leído sus obras resulta obvio que lo que llevaba por dentro no era cualquier cosa. 

Cuenta el librero Gumersindo Sarna que hace más de 20 años cuando se publicó el primer libro de Guasama, Transgresiones y culpa, sus lectoras lo definieron como un escritor afrodisiaco y los esposos de las mismas como un mal nacido. El relato crudo en sus obras se unía a lo que el propio Sarna ha definido como “impudicia”. Sus obras posteriores tuvieron la misma frescura o desfachatez, incluidas esas biografías sobre las mujeres que lo entusiasmaron y que los editores no dudaron en reciclar atribuyéndoles un gran valor ecológico. Otros escritores no pudieron decir lo mismo, y no por falta de voluntad, sino que consideraron que su retórica fue tóxica.

Con el poema Papaya partida, Guasama lograría, un día antes de aceptar la invitación que le hizo el Ku Klux Klan, demostrar ser un ícono del erotismo, tal y como lo reconocieron irónicamente sus críticos destructivos. A continuación, un fragmento de su poesía:


PAPAYA PARTIDA

A veces, algo tuyo cuando puyo queda en mí,
adhesiva permanencia de gozo cuando bajo al pozo,
oportunidad de más cuando haces algo que me perturba.
No hay otras manos en revoloteo
que ahoguen tan larga turgencia,
júbilo de escaramuzas de último momento,
 y todo el gusto de haberte sentido a pesar de tu aliento.
Solazando resabios de días juntos,
suavidad de entrepiernas candentes,
liberan, indecentes propuestas para darte lo tuyo
en la victoria con que tu flatulencia
me visita en esa permanencia
que aguardo hasta que le llega a mi pichoncito la decadencia.

En la fotografía, Aquiles Dann Guasama minutos antes de su llegada a Tennessee, donde sería "atendido" por el Ku Klux Klan.


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