Historias e histerias de las religiones: 3. Los sufíes

Los editores de Echemos Vaina continúan su recorrido por las historias e histerias de la religión y en esta ocasión contactaron en Buenos Aires al derviche (o sufí, como gusten llamarlo) Abdul Wakil Lobos, de la orden sufi Naqshbandi. A continuación, una entrevista de 5 minutos.

Echemos Vaina: Nos imaginamos que el Islam ha sido, como otros textos religiosos, mal interpretado o deformado por algunos. ¿Cuál es la mayor tergiversación que ha sufrido? 

Abdil Wakil Lobos: El Corán es, de todos los textos sagrados, el único que ha sido preservado íntegro y tal como fue revelado siglos atrás. De esto, ningún musulmán discute. A diferencia del Antiguo y Nuevo Testamento, donde se han quitado, borrado y acomodado evangelios y textos para defender los intereses del poder religioso, en el Islam eso no sucede. Lo que sí ocurre es una tergiversación en torno a lo referido de los dichos y hechos de nuestro Santo Profeta Muhammad, paz y bendiciones sobre él. A estos dichos y hechos se los llama hadices. Y existe toda una disciplina para identificar qué hadices son confiables y cuáles fueron creados para apoyar a un rey o gobernador del momento. 

E.V: Suponiendo que los editores de Echemos Vaina decidieran iniciar el camino Sufi, ¿por dónde deben empezar? 

A.W.L: El sufismo es como el amor. Uno siente el llamado en el corazón. Y luego, se acerca al Amado, que es verdaderamente quien lo llama. Cuando ese llamado del corazón es tan fuerte que la cabeza no puede interferir, entonces uno asiste a su primera celebración de dhikr, las reuniones de los sufíes en todo el mundo, donde cada jueves por la noche repetimos los nombres de Allah y llamamos al Amado. 

E.V: Nos han dicho que mientras el cristianismo aboga por poner la otra mejilla frente a quien te ataca, el Islam pregona el ojo por ojo. ¿Es cierto? 

A.W.L: En el Islam, el perdón es mucho más meritorio que la respuesta. De hecho, la vida de nuestro Profeta fue un ejemplo de eso. Cuando reconquistó la ciudad, Meca, que lo había expulsado y torturado y asesinado a muchos de sus compañeros, en lugar de tomar venganza, los perdonó y la ocupó en paz. 

E.V: ¿Qué hay después de la muerte para un sufí?

A.W.L: Depende cómo hayas obrado aquí. El amor y las intenciones que hayas tenido serán las que más peso tengan en la balanza cuando seas juzgado. Allí se decidirá si te toca un castigo. O te toca una recompensa. Lo que más importa, la razón por la que hemos sido enviados al mundo, es para adorar al único Dios que existe. Para dedicarle nuestras acciones a Él. Y pedirle también nuestro perdón. 

E.V: ¿Cómo puede el Islam salvar al mundo de la destrucción que estamos viviendo?

A.W.L: El Islam, más allá de lo que digan los medios y difundan un puñado de locos enfermos de violencia, es el modelo más integral, equilibrado y perfecto para que el ser humano viva en paz con Dios y con los que lo rodean. Tiene reglas claras para defender y ayudar al pobre, al medio ambiente, y proteger la familia. Primero hay que empezar por ser un ejemplo para los demás. El islam, en su raíz, significa Paz. 

E.V: ¿Qué le diría a un ateo?

A.W.L: Pobre hombre. Se cree que es muy inteligente negando a Dios pero tarde o temprano, se dará cuenta de que su soberbia lo llevó a equivocar el tiro. Dios quiera que lo descubra antes de que sea demasiado tarde.

E.V: ¿Para ser un maestro sufí es necesario abandonar algunos placeres mundanos, como ser seguidor de un equipo de fútbol, asistir a fiestas o ir a cine?

A.W.L: En verdad, no tienes que abandonar nada. No tienes que esforzarte por hacerlo. Todo eso, cuando emprendes el camino, cae solo. Es como el niño que deja los juguetes para convertirse en adulto.

E.V: Un consejo para los que por prejuicios no se han acercado a conocer más del Islam

A.W.L: Que sepan que Allah siempre oculta la verdad en el lugar que menos pensaban.

En la imagen, el maestro antes de darnos un consejo para irnos de compras: “No hay que dejarse poseer por nada y no poseer nada”. 

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