Historias e histerias de las religiones: 2. Los budistas

Los integrantes de Echemos Vaina contactaron a Marié Morales en España, directora del portal Crece joven y creadora del blog reflexiones de una estudiante budista, quien se animó a acompañarnos en este recorrido de un minuto por las historias e histerias de la religión.  

Echemos Vaina: ¿Buda es un Dios, un iluminado, una leyenda o un hombre despreocupado?
Marié Morales: No tengo ni idea. Quizás un poco de todo. Parte del dios que es todo en su conjunto; alguien que supo comprender, convertido en leyenda (o referente), y que dejó de preocuparse por lo que no tiene sentido preocuparse. Ni siquiera ocuparse.

E.V: Suponiendo que los integrantes de Echemos Vaina son unos reconocidos banqueros con acciones en petroleras y Monsanto, ¿podrían ser aceptados en una comunidad budista? 
M.M: Claro. Bueno, en realidad, depende de la comunidad. Hay comunidades budistas que podrían veros como “enemigos del Dharma” y prohibir el contacto con vosotros para evitar la “contaminación”. Pero eso es cosa más de la comunidad que del budismo en sí. El budismo lo acoge todo con compasión. Thich Nhat Hanh lo explica muy bien en su poema Llamadme por mis verdaderos nombres. Aunque eso no evita que te pongas en acción para proteger la vida.

E.V: ¿Qué está prohibido para un practicante budista? 
M.M: Para mí, personalmente, me vale la propuesta de San Agustín, aunque no se declaraba precisamente budista: ama y haz lo que quieras. Dependiendo del nivel (el momento, la situación) en que te encuentres, una persona, budista o no, puede ponerse sus propias limitaciones, que quizás a otra persona no le hacen falta. En general, los cinco entrenamientos básicos suelen ser: no matar (proteger la vida en el planeta), no robar (la práctica de la generosidad; actuar por la justicia social, contra la opresión y la discriminación), no dañar a nadie con tu conducta sexual, no dañar con la palabra (habla amorosa y escucha profunda) y no consumir de forma perjudicial o inconsciente (consumo consciente). (http://tnhspain.org/5-entrenamientos/)

E.V: ¿Las normas, lecturas y rituales en el budismo son iguales para hombres y mujeres?
M.M: Actualmente sí, en la práctica de la totalidad de las tradiciones budistas, que yo sepa.

E.V: ¿La vida terrenal para un budista es una ilusión, uno de los anillos del infierno de Dante, un paraíso o un capricho cósmico?
M.M: Depende de la tradición. Se dice que Buda dio 84 mil enseñanzas (léase, un montón; no creo que Buda tuviera un especial interés por los números redondos). Para algunas, la vida terrenal es un “valle de lágrimas” donde solo como ser humano tienes la oportunidad de purificar karma negativo, acumular karma positivo e incluso conseguir la iluminación. Para otras, la vida terrenal es el paraíso mismo, no hay que buscar en otro sitio. Solo hay que comprender que las situaciones (objetos, personas, tú mismo) son sólo apariencias para ayudarte a comprender y despertar. Pero todo está aquí, sólo tienes que reconocerlo.

E.V: ¿Es verdad que el karma es como las tarjetas de crédito, disfrutas ahora y pagas después?
M.M: (Ríe) Yo creo que es simplemente la ley de causa y efecto. Nada que ver con juicios, premios y castigos. Como las reglas de un juego, o del mundo en que vivimos/creamos. Si yo te hago daño, me estoy haciendo daño a mí misma; aunque no lo perciba en este momento preciso, antes o después lo puedo percibir. Porque tú y yo somos un mismo cuerpo. Si te amo, la mera experiencia de amar llena mi vida de plenitud y alegría, conexión (inter-ser) y sabiduría. Ésa es la ley de causa y efecto. Todo lo que haces (dices, sientes o piensas) te lo haces a ti mismo y por eso lo acabas experimentando en ti.

E.V: Desde una mirada budista ¿qué debemos hacer frente a esas personas que sólo piensan en retener, acumular, competir, dominar y controlar?
M.M: Es su opción, su camino, su momento. Bastante tienes con ocuparte de tus propias tendencias. Una vez más, eso no quiere decir que te dejes explotar o que exploten a otros seres. El segundo entrenamiento, sobre la verdadera felicidad, te propone que tomes responsabilidad sobre todo lo que aparece en tu vida, es decir, en el mundo en el que vives.
Pero no se trata de juzgar o cuestionar lo que hacen las demás personas sino más bien de plantearte tu parte de responsabilidad en ello, preguntarte por qué aparece eso en tu vida.

E.V: Uno de los editores de Echemos Vaina es considerado por muchos como un ególatra. ¿Debe preocuparse por tal señalamiento o es una virtud de los hombres metrosexuales?
M.M: (Ríe) Que escuche la voz de esa egolatría: ¿qué busca, qué necesita, qué le aporta, cuál es la función en su vida? Hacerse ofrendas a uno mismo puede ser una excelente práctica. ¿Qué es lo más que puede llegar a ser en esta vida? ¿Quizás una persona despierta, que comprende, libre? Si el amor hace la gran diferencia entre una vida mediocre y una vida de calidad, además de que llena tu vida de fiesta, ¿quizás desearía ser una persona amorosa, compasiva, empática, conectada? Cuando quieres ser/experimentar tu máximo potencial, tu pequeño ego se queda corto, cortísimo. No hay que tener miedo a manifestar lo más grande que tienes dentro porque eso no empequeñece a nadie; al contrario, reconoce lo más grande que todo ser lleva dentro.

E.V: Un consejo para aquellos que quieren iniciarse en la meditación.
M.M: Si quieres hacer algo, empieza ya a estar en ello. Siempre que quieras aprender algo busca gente que sepa y que tenga alguna práctica en ello, para aprender, pues, lo mismo. Explora, hasta encontrar un grupo y una práctica donde te encuentres cómodo. Y al mismo tiempo, practica la contemplación (la atención plena) en las pequeñas cosas de tu vida cotidiana; busca la inspiración en libros y párate a escuchar el silencio de vez en cuando. Es una manera de comenzar como cualquier otra.

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