¿Por qué nos entregan el diploma en forma de rollito?

La incorporación de entrenadores retirados o viejos futbolistas para comentar partidos (léase Faryd), la presencia de periodistas acaparadores (léase César Augusto), la inoxidable rosca de hijos de los comentaristas de siempre (léase Javier) y el modelo de prácticas (léase mano de obra barata), se viene convirtiendo en el principal obstáculo que presentan los cientos egresados de comunicación y periodismo deportivo, para la lograr una oportunidad en los principales medios de comunicación. A continuación una lacónica reflexión que explica por qué los egresados de estas facultades reciben simbólicamente su diploma en forma de rollito.
El caso César Augusto: 
El personaje en cuestión inicia sus apariciones desde las 5 de la mañana en un informativo radial que dura 5 horas. Sobre la 1 pm y después de una merecida siesta vuelve al ruedo a uno de los programas de mayor sintonía en el dial, asegurando su figuración una hora más. No contento, el domingo continúa su maratónica marcha con un espacio futbolero de 7 horas en donde rara vez se pierde el protagonismo. En sólo radio César Augusto satura las ondas hertzianas unas 47 horas a la semana. Pero no contento y para envidia de los comunicadores endeudados con el Icetex, César Augusto salta a las pantallas del hegemónico canal de deportes de nuestro país con un debate futbolero diario que se realiza a la vespertina y con un programa de entrevistas de famosos de una hora semanal, que cabe aclarar que con cierta regularidad repiten mañana y noche para desgracias de los insomnes.
El caso Faryd:
La falta de una agremiación periodística que por lo menos exponga la necesidad de que los ex futbolistas cursen la carrera o como mínimo aprendan las técnicas básicas del periodismo, ha permitido que principalmente en la televisión proliferen personajes que, como Faryd, solo aportan apellido en el insaciable mundo marketinero necesitado de un gancho para atraer televidentes. Con bombos y platillos los canales deportivos por cable y las transmisiones balompédicas ocupan con exfutbolistas y “profesores” las horas de pantalla en la mañana, tarde y noche. Jorge “El Patrón”, Víctor Hugo, Fabián, Óscar, Iván René, Julián, Sachi, Norberto, Juan José y hasta hace poco Alexis, son algunos de los que de a poco se han ido acomodando sin ningún esfuerzo en los espacios que deberían tener los académicos. Para colmo y desgracia de los televidentes, algunos de estos ex futbolistas se han visto impedidos en romper los códigos del vestuario y ser duramente críticos con el mundo del fútbol del cual participaban. Los “ex” no pueden criticar a sus colegas y cuando deben intervenir se refieren a ellos en términos cariñosos recordando una anécdota que es celebrada por el locutor de turno. Las frases de cajón, la falta de novedades y la infaltable sarta de conjeturas han sido así las principales características de la incursión de los deportistas. Nada de valor agregado. Por ahora en Colombia, futbolista no supera a periodista. 
El caso Javier: 
La desmedida preferencia que le dan algunos periodistas de élite y las casas productoras a sus familiares ha logrado que el pequeño nicho laboral para los jóvenes profesionales limpios de palancas, roscas e influencias sea nulo. El director de deportes de uno de los canales que se hacen a los derechos de transmisión del fútbol de la selección, por ejemplo, sin recato alguno ha llevado de su mano a su propio hijo a ser una pieza obligada en la delegación. “Juan Pa”, como se refiere el padre hacia su hijo, ha ido escalando posiciones detrás de la ayudita que ha recibido de su jefe, padre y tutor desde la presentación de noticias deportivas del medio día y fines de semana. Pero el caso de Juan Pa no es el único. Jorge Hernán, hijo del más destacado periodista de todos los tiempos, asoma cada mañana en una especie de desayuno entre colegas donde leen noticias de Internet y remata los fines de semana en una cadena radial de frecuencia modulada presentando canciones de salsa, como si fuera poco. 
El caso mano de obra barata:
El modelo de pasantías se ha convertido en la frutilla que le faltaba al postre para los profesionales jóvenes de periodismo deportivo, pues con ellos las diferentes empresas logran asegurar el personal que se requiere a un precio menos que de huevo. Como “la experiencia es lo que vale”, los educandos no ven otra alternativa que dedicar parte de su tiempo a recolectar colillas de cigarrillos, ser mensajero del editor de turno y de carga cables en la reconocida empresa. Cuando el convenio finaliza, el joven deberá regresar a las aulas para finalizar con la pesadilla. En radio hay un elemento adicional para considerar. Se denomina el canje. En este caso el joven profesional deberá atenerse a conseguir su propia publicidad para lograrla canjear en algún espacio preferiblemente en la amplitud modulada, pues los programas de la frecuencia modulada ya está ocupada por los mismos de siempre. El nivel de ingresos que le represente la pauta al medio, será proporcional a la participación que tenga la joven figura en el programa, transmisión o reportaje. Si no hay ingreso no hay micrófono. Así de simple. Tan claro como el mensaje subliminal que nos envian las facultades de comunicación y periodismo deportivo cuando nos entregan el diploma en forma de rollito.


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