Hefasto siendo rechazado por Atenea. Por Hieronymus Brocha.

La doctora María Guanta Fierro, filóloga y terapeuta de ergonomía erótica, se animó a destapar los mas intricados vericuetos de las pinturas mas famosas sobre los dioses griegos más desafortunados en honor a su finado marido. Con su nuevo libro “Ante todo mi arte”, la especialista hace un recorrido histórico con algunos genios de la pintura como Hieronymus Brocha, Aquiles Purio y Elias Perry Grullada. 

Hefasto siendo rechazado por Atenea. Por Hieronymus Brocha. 

La fascinante figura de Hefesto (dios de los chatarreros) y la turbulenta y conflictiva vida que llevó detrás de sus enamoradas, le presentó un enorme reto a Brocha, quien como en casi todas sus obras y debido a su formación autodidacta, cayó en imprecisiones y anacronismos que hicieron que los más reputados curadores prácticamente lo desahuciaran. 
Para tener una mirada más que prevenida en la obra de Brocha es indispensable acercarnos a la mitología que encierran los personajes plasmados en el cuadro. De Hefesto sabemos por ejemplo, que era uno (sino el único) dios que se destacaba por su fealdad. Se dice que su madre Hera le daba de comer limones para que sus gestos fueran algo más suaves y atractivos para su desencantado padre. El hipo (mal que siempre lo aquejaba, al igual que la cojera) fue fácilmente tratado por Hera, mostrándole un espejo. En su adolescencia y aquejado por el acné y la caspa seborrea, fue arrojado por Hera desde el Olimpo hacia los lupanares terrenales para que se convirtiera en hombrecito, sin ningún éxito. Aquejado por no tener amigos y de quedarse esperando a que lo buscaran en el juego del escondite, Hefasto decidió desde muy jóven estudiar derecho en el majestuoso Liceo de Perogrullo, pero en su primer año fue expulsado por sus torcidos. Agobiado por la soledad y el hambre, no tuvo otra opción que inclinarse por el emprendimiento. Fue así, que empezó su labor como recolector de chatarra. En el mundo del reciclaje conocería a Afrodita, quien desde un comienzo le dio lata y cariño. Como suele suceder con las que nacen para martillo, en semanas a Afrodita del cielo le caería el clavo. Ella conocería a Ares, un musculoso negro de casi metro y medio, pero muy alto, con quien mantendría una relación por siglos. Hefasto cansado de ser engañado, abandona a Afrodita para ir tras los encantos de Atenea (la amiga fea y creída). La historia termina aquí. Nunca se supo si Hefasto lograría su cometido con Atenea o si por el contrario volvería a los brazos de Afrodita o probaría con Ares. En todo caso Hieronymus Brocha y sus escasas musas inspiradoras se arriesgarían a plasmar en el lienzo lo que para el sería el final de este fantástico relato.

En la imagen la obra de Brocha (1665).





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