EL GENIO CUYOS INVENTOS SIRVIERON PARA “LEVANTAR” EL AMOR

Famoso por haber inventado el removedor de maquillaje, “Sin rastro”, para hombres infieles y payasos (que infortunadamente por sus efectos colaterales empezaron a llamarlo Sin Rostro), así también por crear las muletas con ruedas (para aquellos incapacitados que van de afán), Jack Assivoy tuvo una vida curiosa, recursiva y muy útil para nadie. En Echemos Vaina traemos su historia, que parece inventada pero fue real.
De padre ruso (amante de la construcción y de los yates de papel) y de madre mala (de Malí), Jack creció en el lugar ideal para ser testigo de las mayores invenciones de la historia. Su apartamento quedaba sobre la afamada academia de abogados, astrólogos y técnicos de fútbol “Pino Ocho”. Desde muy joven su madre le sembró ideas fructíferas en la cabeza. Quizás por ello desarrolló la alopecia y la seborrea antes de la mayoría de edad.
Su primer invento fue el monociclo con llanta de repuesto. A simple vista parece una bicicleta normal, pero con un acercamiento científico sigue siendo una bicicleta. Por esto se ganó la beca del Sindicato de Científicos (Sinciencias). En plena banca rota (nunca pudo inventar una más resistente), ideó los brasieres geométricos para senos y cosenos con hipérbolas y asíntotas. Fue patentado por Leoni S.A. En 1975, en total oscuridad (había inventado cómo esquivar el pago de la luz), se rompió la tibia contra una banca (la misma banca rota). De aquel golpe fortuito vendría su famoso invento: el bastón para ciegos con linterna. Esto le sirvió para salir de la pobreza y caer en la miseria.
En 1983, apremiado por deudas y doce hijos (seis de ellos de su esposa con su anterior marido y los otros adoptados), ideó su más revolucionario invento a la fecha: la cigüeña. Un artefacto volador que repartía niños en orfanatos. Fue patentado por la Asociación de Cocineros Infantiles, Unichef.
Durante los siguientes años obtuvo el reconocimiento de las más célebres casas de cobranzas. Fueron años en los que estuvo con el agua al cuello. Tras vivir en las cloacas le llegó la inspiración (por los olores que despedía su acogedor hogar) y decidió dedicar sus esfuerzos a mejorar el amor entre humanos. Empezó al inventar ropa interior con bolsas de arena para evitar la levedad, excelente para la toma de decisiones amatorias. Lo vendió a pérdida a la prestigiosa academia de paracaidistas “El golpe avisa”. Enseguida ideó el medidor de amperaje amoroso, que advierte de los bajos niveles de testosterona e inyecta a su vez polenta a los tejidos que pierden turgencia. Lo logró comercializar a la empresa del amor (por la comida) Embutidos Tres Milenios. Luego vinieron sus revolucionarios calzoncillos con ventilador. Usados sobre todo en tierra caliente, tierra de encuentros peligrosos. Según el DAME, ha ayudado a reducir la infidelidad del gremio de solteros y solteras.
En 1990 fue condecorado por la Asociación Checa de la Filantropía (Facha) por “su enorme contribución a mejorar las palancas, poleas y bisagras del amor universal”. Jack Assivoy murió en su taller al probar su última invención: una dispositivo hecho con una cuerda y una banca (rota) para masajear las amígdalas.
En la imagen, Jack Assivoy junto a su primer modelo de muñeca inflable. 

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