Mozambique, de Eusebio a Rivaldo


Por Fernando de Magullado, conocido como el Estrecho.

La ventura nos condujo hoy, queridos coterráneos, a la República de Mozambique, paraíso terrenal y fiscal, hoy recordada más que nunca por su estrella de fútbol Eusebio. Apodado La pantera negra, por sus feroces mordiscos, fue uno de los mejores hechiceros del gol de este país africano. Todavía recordamos sus primeros pinos en el Dínamo de Maputo, del que fuera expulsado por emplear magia negra en sus botines, aún cuando se defendiera aduciendo que era el pésimo humor de sus medias. La verdad, hay que decirlo, pocos se reían de su humor.
Según el etimólogo catalán Joan Coroncoro Minas, el nombre Mozambique proviene del árabe, visto que fueron los comerciantes de la península arábiga, en la Edad Media, quienes bautizaron a esta tierra de hermosas mujeres como Mossa al Piso, que significa Nuevo Puerto Nuevo Amor.
Colonizados por los portugueses, en cabeza de Vasco da Gamma, Fluminense y Palmeiras, a comienzos del siglo XVI, los mozambiqueños lograron la independencia en 1975. Con la hegemonia alcanzada, sustituyeron el nombre de la capital del país, que fue conocida por siglos como Anapoiminha, por Maputo, que se deriva del swahili y significa Pueblo verraco.
Su primer presidente fue Edmundo Callao Membala, más conocido como Rivaldo, reputado activista social, quien lideró la independencia mozambiqueña. Fue famoso, además, por dormirse en las asambleas de la ONU, por organizar marchas revolucionarias a modo de carreras de costales y por protagonizar la película Los dioses deben estar locos 2. Dolido por su fracaso como estrella del cine, se hizo futbolista y brilló en Europa, donde ganó un balón de oro y una calvicie prematura.
Mozambique es potencia de la región en la extracción de minerales como el aluminio, el cobre y la kriptonita. La pesca es otro de los factores importantes. Por lo general, los pescadores, sin mayor tecnología, atrapan cachamas, bagres y turistas incautos. Su gastronomía es exquisita, de la que sobresale una sopa parecida al mute santandereano a la que llaman popularmente el Mondongo Tesuda. Según la leyenda, el monje Tesuda, rico aventurero, fue devorado por caníbales en un ritual ancestral.
Al norte del país existe una zona llamada Makonde, habitada por la tribu del mismo nombre. En entrevista concedida por el cacique del grupo, le preguntamos si conocía el Macondo de García Márquez, el Nóbel colombiano, y que a cómo vendía las jirafas. El viejo cacique, sentado en su trono, permaneció pensativo por cerca de un minuto. Sostuvo, entonces, que el único colombiano que conocía había aterrizado en su tierra décadas atrás y se había llevado sus hipopótamos y rinocerontes por un precio irrisorio. Además, que había regateado de una forma que los makonde nunca habían visto, de modo que debieron encimarle a una de las hijas del sabio para que se marchara. El pobre cacique aún hoy no se perdona el haber cedido a Mapalé, su rinoceronte favorita.

En la imagen, Edmundo Callao Membala.


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