LA EXPLOSIÓN ERÓTICA DE ISABEL CANA
Los editores de Echemos Vaina no quisieran compartir la historia de uno de los representantes más significativos del sexo débil, la grima y la derrota. Pero ni modo, así es la vida. A continuación su historia de desamor. Isabel Cana y Alan Ticuario estudiaban historia del arte y coincidían en una cierta alergia por el consumismo, el uso de desodorantes y el gluten. De la explosión erótica de una noche de viernes se pasó a un enamoramiento feroz, y de allí a una temporada de convivencia en la casa de los padres de la novia. Eran tan próximos el uno del otro que él sin mucho esfuerzo adivinaba su futuro. "Te va a ir bien conmigo y yo seré el único hombre que te hará feliz”, le advertía, tocándose el pecho como Tarzán. Los malos presagios también funcionaban, y sus aciertos con la corrupción de la FIFA, el aumento del costo de vida y la caída de sus senos con el paso del tiempo, la habían convencido de que Alan experimentaba una verdadera clarividencia. Fueron tres semanas d...