LA INSPIRADORA HISTORIA DEL ACADÉMICO CENÓN MORENO

Gracias a una labor mancomunada de los escritores de Echemos Vaina y sus detractores, se obtuvo de primera mano la famosa Enciclopedia de etimología y miscelánea, una verdadera quijotada (para algunos una sanchopanzada) emprendida por el filólogo catracho Cenón Moreno, quien lamentable y recientemente pasó a mejor vida. El pasado agosto huyó a la isla de Ceilán, sumido en una profunda depresión, luego de advertir que su gloriosa enciclopedia se encimaba por la compra de un antiseborreico.

Nacido en el seno abultado de una mujer labriega, de ahí su nombre, Cenón fue el quinto hijo de Epifanía Moreno, fruto de la tardía invención de los anticonceptivos y de una verbena popular de juegos pirotécnicos y mazorcas asadas. En la escuela, Cenón sufrió de matoneo y acné. A pesar de ser llamado el Cosenón Negro de las matemáticas, por su flojo rendimiento en Trigonometría, Moreno fue un destacado orador en la clase de religión. Sus compañeros lo llamaban Tecla Negra, pero él sabe que pudo haber sido peor.

A los quince años, Moreno publicó su primer poema en la puerta de un baño público, que más tarde sería adornado por mundanos dibujos de reconocidos pervertidos del pueblo. Ahí entendió que su sensibilidad no era poética, sino paupérrima. Se casó con la única convicción de ser viudo, pero fracasó tres veces. Entonces divorciado, emprendió numerosas empresas movido por el desamor y los hoyos en las medias. Finalmente, entendió que lo suyo eran las letras, de manera que se hizo prestamista y empezó a leer a los clásicos de la Provincia.

En los 70 se mudó a la capital. Allí conoció a poetas e intelectuales de su calaña, con quienes funda el grupo la Cueva. Al darse cuenta de que el grupo de García Márquez tenía el mismo nombre, Cenón propuso hacer un juego de palabras, y recomendó que se escribiese con G, a modo de guiño inteligente hacia los costeños. No obstante, el grupo fue desdeñado por el gremio intelectual dada esta vulgaridad, puesto que Cuega significa “testículo blando” en lituano.

En uno de los trámites finales de su tercer divorcio, en un juzgado de inmensos anaqueles que sostenían libros gigantes y empolvados, Cenón auguró lo que haría después de ese terrible momento: casarse de nuevo. Mientras tanto, decidió emprender su odisea etimológica que jamás podría terminar por razones de peso. El American Journal of Philology lo nombró el filólogo más gordo del siglo XX. Hoy vive en Colombo, Ceilán, en el templo de meditación y cámaras de bronceado del doctor Yokoi Toduro.

Etimología de la palabra vaina por Cenón Moreno.

La raíz indoeuropea viagris, que significaba hace cuarenta siglos enjundia, vigor, derivó en latín como vainazo, y acabó en el latín popular como fuete. En el siglo I a. C., durante las pijamadas que organizaba el emperador Nerón, solían darse castigos violentos cuando uno de los invitados perdía en el naipe. Uno de esos castigos era darle vainazos al perdedor, con las pompas desnudas, a la vista de todos los empijamados. Por lo general, esa aplicación de la enjundia se propinaba con cáscaras tiernas y largas de tamarindo. Con el tiempo, el vainazo se hizo popular a lo largo y ancho del imperio, y se le dio un sentido figurativo. En un texto de Publilio Siro, referente al clientelismo, él advierte: secreto amicos admone vainazo (reprende a los amigos en secreto).

Vainazo se convirtió en vaina, y la gente empezó a asociar las cáscaras de tamarindo, con que se daban vainazos a los traseros de los desobedientes o tramposos, con las fundas en que se guardaban las espadas o sables, que en aquellos tiempos llamaban la ruana de la espada.

El término decantó en francés como la vaine; en italiano, vainazzo; en portugués, vaina verdeamarela, y en caribeño como la vaina más grande, caballero.

En la fotografía, Cenón Moreno echando vaina a una pupila.

Comentarios

Entradas populares de este blog

LA HISTORIA OCULTA DE ABBA

LA MALINTERPRETADA (O PARIDA) VIDA DE HIERONYMUS BROCHA, EL TOSCO